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Necesidades emocionales de los adolescentes

Luis Rico Chávez
Claudia Verónica Villanueva Guevara
Verónica Patricia Fernández Serrano


La adolescencia es una etapa difícil, lugar común al que debemos añadir el detalle de que, en el momento actual —en el cual seguimos padeciendo las secuelas derivadas del encierro por la pandemia—, todo se complica aún más.

Como docentes del Sistema de Educación Media Superior esta situación nos atañe de manera directa, pues quienes cursan el bachillerato llegan al salón de clases con toda la carga emocional y las inercias —desinterés por el estudio, negligencia en el cumplimiento de tareas, incapacidad para concentrarse— de los ciclos que pasaron lejos del salón de clases.

Lo anterior obliga a buscar estrategias que palien, siquiera un poco, la situación, así como a utilizar herramientas que, poco a poco, reintegren a los adolescentes a las obligaciones inherentes a sus responsabilidades académicas.

En este contexto nos pareció pertinente diseñar y aplicar un cuestionario para conocer de manera directa la percepción de los adolescentes en torno a estas cuestiones. Con el fin de disponer de información inmediata, a partir de dos preguntas planteadas a un grupo de segundo semestre se obtuvo una muestra que nos permite conocer, en un primer acercamiento, algunas de las necesidades e inquietudes que deben subsanarse en el corto plazo.

Partimos de la consideración de que nuestro compromiso como docentes no debe limitarse a cubrir un programa, diseñar e implementar actividades para el logro de los objetivos de un curso particular. Nos interesa poner el énfasis en el lado humano de la educación, en la necesidad de acompañar este trabajo con actitudes de cordialidad, de empatía, de cercanía con los estudiantes en la medida que ello es posible y las dinámicas escolares y sociales lo permiten.

Se muestra enseguida el formato que se presentó a los estudiantes, el cual tiene como propósito conocer la naturaleza de sus problemas e identificar, en detalle, sus requerimientos emocionales.

1

En total respondieron la encuesta 37 estudiantes, 22 hombres y 15 mujeres; 19 de ellos prefirieron omitir su nombre. Los rangos de edad se muestran en la siguiente gráfica.

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Al mencionar la naturaleza de su problema, más de la mitad (20) mencionó los de carácter personal; los familiares se colocaron por encima de los escolares, y la sexta parte de los encuestados mencionaron que no tienen ningún problema. Los de carácter social no llegaron ni al 5% (estas respuestas se detallan en la siguiente gráfica).

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Más de tres cuartas partes de los jóvenes sólo mencionaron un problema; cinco de ellos enlistaron 2; 3 señalaron tres y sólo uno de ellos mencionó enfrentar cuatro problemas. Más significativas nos resultaron sus respuestas, que resumimos a continuación.

En el primer apartado de la primera pregunta se cuestiona sobre conflictos familiares. Las respuestas destacan conflictos entre los padres; pleitos constantes con los papás por bajo rendimiento escolar; llaman la atención los señalamientos específicos hacia el padre: falta de apoyo, ausencia, la desconfianza que despierta en ellos.

En el segundo se abordan las cuestiones personales. Señalan que sus problemas giran en torno a la pérdida de un ser querido; miedo a la ruptura de una relación sentimental; ansiedad; estrés; insomnio; inseguridad; miedo al fracaso; impulsividad; no aceptar su cuerpo; alcoholismo; masturbación; depresión; pensamientos suicidas; miedo a la opinión de los otros.

En el tercer inciso se interroga sobre la problemática que enfrentan en la escuela. Destacan el hecho de estar a punto de reprobar el semestre y repetir materias; miedo a obtener bajas calificaciones; dificultades con las matemáticas; elección de carrera; dificultad para concentrarse y cumplir tareas; los padecimientos de ser el nuevo en el salón.

A continuación se pide hablar sobre posibles problemas en el ámbito social, y destacan el nerviosismo por estar rodeado de personas y la dificultad o miedo por hablar con gente nueva, secuelas sin duda del confinamiento.

En el último apartado de esta primera pregunta se pide señalar algún otro tipo de conflicto, o en su defecto, que especifiquen si no tienen ningún tipo de problema; dos de los estudiantes que destacaron este punto como conflictivo en realidad se refirieron a alguno de los mencionados previamente, y seis dijeron que no tienen problemas.

Por su importancia, transcribimos a continuación algunas de las respuestas, tomadas de su puño y letra:

“Me afecta mi físico; me dan nervios estar rodeada de muchas personas o tratar de hablar con gente nueva”.

“Últimamente tengo problemas con mi físico, con mis piernas, nariz y sonrisa, siento que mi nariz es gorda, mis piernas son muy flacas y mis encías están hinchadas; también tengo problemas con mi novio y siento que no soy una buena novia”.

“Desde niño tengo dificultades para aprender y para concentrarme, cada que me equivocaba me golpeaban y eso me desencadenó miedo al fracaso”.

“Un problema sería el alcoholismo, porque lo agarro toda la semana, y otro problema sería personal; me meto en problemas y no sé cómo salir de ellos”.

“Odio a mí mismo, un odio profundo y muy fuerte a mí mismo, sin razones claras, simplemente me odio, disfruto mi sufrimiento, me insulto y no permito errores de mi parte”.

“Problemas mentales, chismes, pensamientos suicidas; depresión: el sentimiento de estar solo y hacer que las personas se alejen de mí, perder los ánimos de todo y no querer vivir”.

Una vez revisadas las respuestas, se platicó en general con los muchachos; no se pudo realizar una charla personal con los involucrados porque omitieron su nombre. En este sentido, también, se envió un correo al grupo, incluyendo algunas recomendaciones específicas, indicándoles que aquellos que enfrentan situaciones difíciles busquen apoyo profesional, recordándoles que en la propia escuela se cuenta con un área especializada que los puede auxiliar.

Esta información, desde luego, se hizo del conocimiento del área de Orientación Educativa de la preparatoria, para que ellos apliquen las medidas conducentes, poniendo el énfasis en los casos más delicados.

Todo lo expuesto nos llevó a considerar el hecho que, desde diferentes instancias, tanto la Universidad como autoridades municipales, estatales y federales, sensibles sin duda a esta delicada problemática, promueven acciones tendientes a paliar la precaria situación que enfrentamos no sólo en el ámbito social, sino también en el individual. En este mismo tenor, por nuestra parte surgió la inquietud de diseñar un curso-taller en línea sobre las emociones, con el fin de que los adolescentes dispongan de herramientas para gestionarlas adecuadamente y para mejorar en las áreas personal y relacional.

Consideremos todo lo anterior, así se trate de resultados obtenidos de un solo grupo con un instrumento por demás sencillo, como una llamada de atención para estar al pendiente, en la medida de nuestras posibilidades, de la situación emocional de nuestros alumnos.


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