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¿En dónde están los muertos?

Amaranta Madrigal


¿En dónde están?

¿En dónde están los muertos?
¿En dónde están? ¿En dónde los encuentro?
En la casa de la muerte descarnada
quedando en recovecos de tristezas
entre lúgubres y densas telarañas
¿O se alían a la luz esperanzada
que ilumina el paisaje en las mañanas?
¿A dónde van los muertos? ¿A dónde? ¿A dónde van?
¿En dónde están? ¿En dónde? ¿En dónde están?
Que me digan los vivos. De sacos empolvados
llenos de sueños, de anhelos y cariños
llenos de magia, de autómata esperanza
llenos de vida, carcomiendo las venas
¿En dónde están? ¿En dónde es que se esconden?
En dónde alojan la brillantez del alma
que asoma por los ojos, antaño con sonrisas,
ahora hueco sonido de campanas
compases de alegría, tintinando a la nada
¿En dónde están? ¿Están entre campánulas
de sutiles perfumes? ¿O en alas de libélulas
de exquisitos vaivenes? Alimentando la inocencia en la tierra
venerando la brisa que renueva.
¿En dónde están los muertos?
Que alguien me diga
que me contesten, que no entiendo la vida
¿Por qué en un tiempo se encariña uno
y en otro tiempo a olvidar se obliga?
¿En dónde están? ¿En dónde es que se encuentran?
¿En dónde quedan los momentos de entrega?
¿Y dónde la pasión por llevar bien la vida?
Y la ilusión de tener muchas cosas. Fútil quimera.
¿A dónde van los muertos? ¿En dónde es que reposan?
¿En dónde está lo que insufla la risa
en dónde está la esencia que respira?
Y que suspira por amores lejanos
de invencibles proezas, imposibles promesas.
En dónde están todos aquellos muertos
que se han adelantado en el camino
aquellos que ni siquiera he conocido
pero escribieron con sangre mi destino
y entre mi carne les debo mi existencia.
¿En dónde están? ¿Hay un país lejano?
Que es especial y a todos los aloja
lo que mi juicio y alma imaginen
no es, la mente esa verdad la forja.
¿En dónde están? ¿Están aquí mirando?
Lo que yo diga nadie lo ha comprobado
sólo quien toca el cielo en un arrobo
en un momento de gloria y gran añoro.
Lo que yo diga es tranquilizar el alma
puedo decir que están entre las alas
de las doradas y azules mariposas
entre el perfume de flores y de rosas.
Puedo decir que andan con delfines
nadando libres, en contoneo de olas,
puedo decir que están entre las notas
de las más bellas sinfonías ignotas.
Puedo decir que están entre las risas
entre los brillos de las miradas puras
entre la selva virgen y majestuosa
entre montañas y brisa de jazmines.
Puedo inventar que están aquí, a mi lado
y que me cuidan, como si no tuvieran
nada que hacer, sólo estar al servicio
para cuidar mis sueños y mis vicios.
Lo que yo diga o conciba, a quién le importa
la realidad es que desde el primer día
la muerte ronda cerca de mi presente
para llevarme a donde se le invente.
¿O serán ellos quienes manejan los hilos
del resto de nosotros, marionetas muertas
interpretando vilmente esta mentira
del cotidiano vals al que llamamos vida?
¿En dónde están? Que fatua la existencia
tantos vestidos, colecciones inútiles
tantos papeles, medallas inservibles
tanta riqueza que atesoran las manos.
¿A dónde van? De qué sirvió el llanto
¿A dónde van? De qué sirvió el lamento
o el orgullo, o la alegría en vano
o las disputas, o los gritos, o el canto.
A quién le importa si creo una sinfonía
si regalo mis bienes o los maldigo
a quién le importa si río, o si lloro
o si al final me importa todo un bledo.
¿En dónde están? Existencia vacía
de devenir ridículo
andar tras sexo, tras dinero o tras comida
o ser aceptada en determinado círculo.
¿En dónde están los muertos? Mejor a nadie quiero
a nadie añoro, a nadie anhelo, a nadie espero
si todos somos sacos de puros huesos
trajes que visten nuestros endemoniados egos.
¿En dónde están los muertos? Que alguien diga
a fin de cuentas también a quién le importa
si estoy aquí preguntando por muertos
cuando yo misma estoy muriendo en vida.
Dejo pasar los rayos de la dicha
y no aspiro el perfume en alegría
y no disfruto el sabor de las caricias
por estar buscando a la muerte estando viva.
¿Que por haber nacido estoy forzada
a morirme y aceptar callada
a llevar entre la piel tatuada
la muerte enjuta en mi soplo enlutada?
¿A dónde van? ¿A dónde? ¿A dónde van?
¿En dónde están? ¿En dónde? ¿En dónde están?
Que alguien responda: ¿a dónde van los muertos?
Y para qué pregunto…
Si estando vivos, nadie sabe en dónde estamos
ni a dónde vamos, ni de dónde venimos…


Otoñal

Cielos ocres languidecen en fatigadas tardes
los filos de las hojas en vaivén lastiman
a mis pasos serenos, dirigiéndose a la nada
almagran al viento en zigzagueante herida.

La cobriza luz mustia, penetra por mis poros
matizando de sepia todos los recuerdos
el aire bermejo recorre mis huesos
mi sangre va corriendo con bríos leonados.

¿Puede el pardo destino transformarse en dorado
como la hoja otoñal cayendo al empedrado
sabiendo, en primavera brotará impoluta?
¿Resurgiré a la vida de nuevo esperanzado?

Mis manos acarician el rojizo vestido
con tonos marrones de esta tarde de otoño
y disfruto el perfume de árboles rendidos
preparan el terreno para calmar el sueño.

Me imagino de tu mano caminando el sendero
mientras cae cada hoja,
mientras cae cada anhelo…

Formando una alfombra de colores castaños
mas no estás, y mi alma
cae marchita en el suelo…


Perrhijos

Es amor inferior de involución
es adicción
que en ignorancia despoja
a estos seres inermes
de su esplendor natural
de su conciencia ANIMAL.
Incompleta.
En silencio consienten
los disfracen
y los vuelvan adictos
al olor y comida de sus amos
de vacías y solitarias vidas
incapaces de amar a un semejante
pero prestos a imponer
a sus menguadas mascotas
egos antropomorfos
a proyectar carencias compensadas
en su mansa inocencia
a despojarlos de su canina esencia
implicándolos en absurda aberración.


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